Se acerca fin de año y la discusión sobre el precio de los combustibles que están congelados desde mayo enfrentó a los diversos actores que componen la cadena de valor.

Mientras que las petroleras privadas no integradas pujan para que las refinerías les paguen un mayor precio por el petróleo, las integradas privadas y las estaciones de servicio piden que se actualice el precio final en los surtidores. Sin embargo, la petrolera de mayoría estatal YPF, líder del mercado, contradice a todos y en modo oficialista pelea por precios a la baja que no son rentables.

La semana pasada, el gobierno nacional postergó la actualización de los impuestos sobre los combustibles -de los primeros 3 trimestres de 2021- para marzo de 2022 con el objetivo de quitarle presión a las productoras que arrastran más de 6 meses precios congelados. Ante esta situación, diversos actores de la industria se manifestaron en on y off the record y además de dejar en claro las posturas y lecturas disímiles que tienen contra YPF, los números muestran un dato irrefutable: los precios de los combustibles están desactualizados.

La Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines (Cecha) aseguró que, ante la falta de actualización en el precio de la nafta y el gasoil, las petroleras integradas priorizan su red estaciones de servicio y desabastecen a las de bandera blanca. Al no alcanzar la rentabilidad por los bajos precios de venta final, prefieren abastecer sus redes.

Según un informe de la Cecha, el 52,3% de las estaciones no logra vender los volúmenes de combustible suficientes como para alcanzar el punto de equilibrio y directamente operan a pérdida, esto es por el precio de los combustibles.

El fuerte comunicado de la confederación, que nuclea a las estaciones de servicio de todo el país, llegó luego de que el propio presidente de YPF, Pablo González, aseguró -en una entrevista que realizó El Cronista- no solo que ellos no fijan precios, sino que los valores locales no tienen que ser iguales a los de exportación como piden “otras empresas” del mercado.

A finales octubre y principios de noviembre, cuando el precio del petróleo a nivel internacional cotizaba por encima de los 80 dólares, las refinerías locales comenzaron a pagar el petróleo en el orden de los 60 dólares por barril, por presión de los productores. Con las elecciones legislativas en el medio, el objetivo hacia fin de año era intentar recomponer el precio local teniendo en cuenta que no había margen para subir los precios en surtidor.

A pesar de esto, y por el atraso en el precio de los combustibles que alcanza hasta el 20% -según estimación de mercado- recientemente las refinadoras comenzaron a pagar nuevamente el barril en el orden los 55 dólares, tal como publicó el sitio especializado, Econojournal.

Para las petroleras no integradas, las refinadoras deberían aumentar el precio que les pagan por el petróleo y que vaya en la línea inversa a la que actualmente va. Saben que no hay manera de que lo paguen lo mismo que en el mercado exterior, pero buscan al menos una brecha de entre 10 u 8 dólares.

Para las integradas, el precio de los combustibles tendría que actualizarse no solo para recomponer un canal de venta que no es rentable sino también para dar espalada a que las refinerías avalen una actualización en el precio del petróleo.

Pese a que ambas cosas beneficiarían las cuentas de YPF, por su rol dual de estatal y privada, las autoridades de la firma prefirieron alinearse a las necesidades del gobierno nacional que tras los resultados de las elecciones del mes pasado busca estabilizarse para relanzar su proyecto y recuperar terreno de cara a las elecciones presidenciales de 2023.

Una estrategia que juega en contra de los intereses del sector y que indudablemente puede afectar en el nivel de inversiones y crear un amesetamiento en términos productivos frenando el crecimiento vertiginoso en las extracciones de crudo que se vio este año.

Lo cierto es que si la petrolera de mayoría estatal finalmente confirma su plan de inversiones para el 2022 en el orden de los 3.500 millones de dólares (un 30% más alto que el actual) deberá, probablemente, recomponer su principal fuente de ingresos que son los precios en surtidor.

Vale recordar que el argumento de las autoridades de la firma que avalaron aumentos en los surtidores entre agosto de 2020 y mayo de 2021, fue precisamente que lo hacían para poder hacer frente a su plan de inversión.

La pregunta entonces es: ¿Puede YPF invertir un 30% más el próximo año con los mismos precios en los surtidores que hicieron viable el plan 2021?

Fuente: Diario Río Negro