En el Día Nacional del Petróleo, recordamos cómo eran las condiciones de alojamiento para los trabajadores y sus familias que se hospedaban en diferentes puntos de la ciudad con un claro objetivo: el “oro negro”.

Las condiciones habitacionales en aquel entonces eran particularmente desalentadoras dado que, a partir de 1914, cada vez arribaban más y más extranjeros a Comodoro Rivadavia. El organismo que se encargaba de la planificación no esperaba la llegada de tanta gente a la ciudad, por lo que muchas familias debieron ser agrupadas junto a otras por una cuestión de espacio.

Según el historiador Severo Cáceres Cano en el libro Comodoro Rivadavia en tiempos de cambio, muchos de los obreros residían en casas conformadas por madera y cartón, un techo de zinc y el piso completamente de tierra. El tamaño aproximado de estos lugares era de cuatro metros por cuatro metros, cabían perfectamente tres personas que dormían en una especie de cama de cuero.

En otros casos, algunos operarios eran alojados en galpones y barracas de residencia colectivas, que también eran denominadas como pabellones. En el peor de los casos, una pequeña parte de estos vivían en carpas de loma que estaban cerca de los lugares donde trabajaban. Los vecinos de algunos sectores ofrecían pequeños espacios para que los trabajadores pudieran vivir allí, pero la gran problemática era que eran demasiado costosos.

Un largo tiempo después, con la creación del barrio General Saavedra, las casas pasaron a ser grandes galpones de 30 metros fabricados en chapa con revestimientos internos de machimbre, según indicaron los historiadores Daniel Márquez y Mario Palma Godoy en su libro. En estos largos espacios, se daban divisiones para que puedan residir entre cuatro o cinco familias. Aquí, solamente había dormitorios y cocinas, los baños no eran parte de la estructura, algo que actualmente sería llamativo.