El reciente libro publicado por la editorial Eudeba, titulado “La renta del petróleo en Argentina” expone cómo la modificación relativa de las reglas previsibles y explicitadas de apropiación y distribución de la renta, a través de mecanismos que desvíen a los precios internos de sus referencias económicas reflejadas en los costos de oportunidad (precios de frontera), o afecten los costos domésticos, tiene un impacto negativo en las decisiones de producción e inversión de las empresas.

El libro –según publica Infobae–  analiza con base empírica como cada vez que los precios internos fueron disociados de las referencias internacionales durante un año, la producción cayó en el 92% de las veces en los años siguientes. Algo similar ocurre con las reservas: cuando los precios se disocian durante un año, el 77% de las veces ocasiona una caída en las reservas probadas de petróleo.

La lógica de una industria que requiere altas inversiones y cuya característica saliente son los elevados costos hundidos, muestra un comparativo de “expectativas adaptativas”: el cambio en las reglas de juego en el período actual generará un comportamiento “adaptativo” en el período siguiente, generando una memoria y un deterioro en la credibilidad de las políticas públicas relacionadas a la actividad petrolera.

En los últimos 20 años, el país ha modificado la forma en que disocia el precio interno de las referencias internacionales en 10 ocasiones, a razón de una cada dos años. Durante esos 20 años, la producción de petróleo se estancó o cayó en 18.

Mientras el mundo debate la nueva normalidad aún en pandemia, como parte de la transición energética, el presidente de Estados Unidos Joe Biden acaba de firmar una orden ejecutiva en la cual se establece como objetivo que, para 2030, la mitad de los autos que se vendan deben ser eléctricos o híbridos. Esto puede resultar un fuerte golpe al consumo mundial de petróleo, del cual Estados Unidos representa el 20 por ciento. Este tipo de medidas que hace prever que el pico de consumo de petróleo (peak oil) se adelantará a muchos de los pronósticos existentes, motiva a pensar cuál es la política óptima para maximizar la renta petrolera en el país antes de que sea tarde.

Con los precios del petróleo en los niveles actuales, la Argentina cuenta con reservas de petróleo probadas valuadas en más de 130 mil millones de dólares. También cuenta con “recursos” de shale oil en Vaca Muerta (debe mostrarse su potencial económico) valuados en varias veces las reservas probadas.

El avance de las energías renovables y los muy necesarios compromisos mundiales en la descarbonización, pueden provocar que esos recursos fósiles terminen durmiendo el sueño de los tiempos.

Es necesario asegurar mecanismos previsibles en las reglas de generación y distribución de renta petrolera para optimizar la generación de ingresos antes de que sea demasiado tarde. También es necesario introducir el debate sobre el uso de la renta petrolera que apropia el Estado (nacional y provincial): si sólo se utiliza la misma para solventar gastos corrientes, se consolida una cultura rentística nociva para el desarrollo e injusta para las generaciones venideras. Es imprescindible utilizar los recursos de la renta petrolera en la promoción del capital humano, infraestructura, la innovación y las energías renovables, de forma tal de crear mecanismos que generen ingresos inter-temporales.

Uno de los mejores ejemplos en la economía petrolera comparada es el de Noruega, país que, a principios de los sesenta del siglo pasado, era una de las economías menos desarrolladas y pobres de Europa. En los setenta se descubren los recursos petroleros del Mar del Norte y Noruega empieza a explotarlos con su compañía estatal y con empresas privadas. Los altos precios de aquella época permitieron generar una renta aún asumiendo los altos costos de la explotación off shore. La renta (diferencia entre precios y costos) que apropiaba el estado noruego a través de cánones, regalías e impuestos (y los dividendos que aportaba la empresa estatal) empezó a ser acumulada en un fondo soberano intergeneracional que genera utilidades y que está blindado de los vaivenes políticos cortoplacistas. Ese fondo hoy acumula más de 1 billón de euros, y, el año pasado, en plena pandemia, obtuvo rendimientos de 10,9% con sus inversiones. Este fondo de pensiones creado hace 26 años fue clave en la transformación económica y social de Noruega, hoy una de las economías más ricas del mundo (medida en ingreso per cápita) y con los mejores índices de desarrollo humano. La riqueza petrolera fue una bendición para Noruega.

El 3 de Junio de 1922, el país creó la empresa YPF, dando impulso a una industria petrolera por aquel entonces infante en nuestro medio. Hoy, entre reservas probadas y recursos técnicamente potenciales (sólo los de Vaca Muerta) la Argentina tiene en su subsuelo un inmenso potencial y una ventana de oportunidad para desarrollarlo que está acotada en el tiempo. Vamos a perder el tren si no se implementamos las políticas correctas. El enfoque de la renta y la previsibilidad de los mecanismos que rigen su apropiación y reparto, además de la experiencia comparada, deben guiar las políticas públicas en la nueva “batalla del petróleo” que hay que librar.