Tenía 84 años y seguía al frente de la Federación de Sindicatos Unidos Petroleros e Hidrocarburiferos (SUPeH); fue jefe de la CGT en 1994 e impulsor de un acuerdo por Vaca Muerta.

Como lo hacía desde hace 30 años, cuando dejó su Mendoza natal y se instaló en Buenos Aires, Antonio Cassia se preparó hoy a las 6.30 para ir a su despacho del tercer piso de la sede de la Federación de Sindicatos Unidos Petroleros e Hidrocarburiferos (SUPeH), en Rivadavia 861. Estaba cambiado, con una camisa elegante, listo para salir, cuando se descompensó. Hubo tiempo para asistirlo, pero murió a los pocos minutos, según indicaron a LA NACION fuentes de su entorno. Tenía 84 años y lideraba el sindicato que reúne a los trabajadores de YPF desde 1992. Lo velarán esta tarde en el sindicato, entre las 17 y las 23.

El SUPeH surgió en 1946 como el gremio de YPF. Inicialmente, se llamó Federación Sindicatos Unidos Petroleros del Estado. Cassia llegó a lo más alto en reemplazo de Diego Sebastián Ibañez, un histórico sindicalista petrolero con mucho poder entre los 70 y los 90. Ibañez negoció con empresarios de la talla de Alfredo Yabrán y forjó a Hugo Moyano como dirigente sindical cuando el joven camionero todavía no había abandonado Mar del Plata, su ciudad natal. A Cassia le tocó convivir con las privatizaciones y cultivó una relación muy cercana con Carlos Menem. Fue diputado nacional por el PJ elegido en 1983, encabezó la CGT Mendoza en 1974 y fue uno de los referentes de una de las vertientes de la CGT en los 90.

Hace dos años Cassia revalidó su poder en el SUPeH a pesar de que alentó una renovación de dirigentes. Se mantuvo el como número uno y conservó de adjunto a Juan Carlos Crespi, quien es tal vez más conocido por sus cargos jerárquicos en el club Boca Juniors y en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) que por su larga trayectoria en el sindicato de petroleros estatales, donde pasó de ser ascensorista de YPF a chofer de Diego Ibañez. Con la privatización de YPF, Crespi fue designado el representante de los trabajadores en el directorio. Fue un premio por su lealtad a Ibáñez. Pero no habría sido el único logro: habría obtenido acciones de diferentes estaciones de servicio que operan hasta hoy.

A pesar de ser uno de los sindicalistas más longevos en actividad, Cassia intentó darle una impronta moderna al gremio y fue uno de los primeros dirigentes en habilitar modificaciones en el convenio colectivo de trabajo. Activó un plan de reconversión laboral e impacto ambiental que lo disntinguió por sobre sus colegas de los otros gremios petroleros. Por lo laboral, se mostró flexible a las capacitaciones para aquellas tareas que dejaron de ser manuales. Cuando YPF anunció la apertura de un plan de retiro voluntario para reducir su plantilla, Cassia contrafertó con una propuesta: sugirió hacer un relevamiento con el departamento de Recursos Humanos para verificar en qué sectores falta personal y hacer una revisión área por área. Logró así frenar al menos por unos meses un proceso de ajuste que se anticipaba impostergable. El SUPeH tiene hoy unos 20.000 afiliados en YPF y unos 10.000 adicionales por empresas que le prestan servicios y mantenimiento a la compañía estatal.

En el ajedrez sindical, Cassia se mantenía desde hace rato al margen del día a día de la CGT y no apoyaba por ahora a ningún sector. Sin embargo, desde la agrupación de gremios de la energía siempre intentó tallar para la unidad sindical.

Con sus colegas petroleros, en tanto, jugó políticamente juntos. En una charla de hace dos años con el neuquino Guillermo Pereyra los dos ríeron al asumir que “siempre son oficialistas”. Tanto Cassia como Pereryra fueron de los sindicalistas que más comulgaron con la gestión de Mauricio Macri, entre 2015-2019. Tanto fue así que ambas aceptaron modificaciones de convenios colectivos que significarían una baja salarial y una pérdida de derechos laborales en tren de dinamizar las inversiones en Vaca Muerta, el inmenso reservorio de gas y petroleo no convencional que Macri imaginó como una mina de oro.